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Técnicas de Yoga y Meditación para controlar la bestia que llevamos dentro y encontrar el equilibrio interior (Parte 1)

a clock sitting on top of a bedSe me ha ido de las manos.

He perdido los nervios.

Secuestro emocional.

Este último es el término exacto para denominar la situación cuando despierta la bestia parda que todos llevamos dentro.

Y la culpa la tiene la amí­gdala, que es en concreto quien nos secuestra.

El secuestro amigdalar o secuestro emocional es un término acuñado por el psicólogo Daniel Goleman en su libro de 1995 titulado “Inteligencia emocional: por qué puede importar más que el coeficiente intelectual”.

El término de Goleman alude a una estructura antigua, la amígdala, que está diseñada para responder rápidamente a una amenaza, ya sea que la amenaza sea real o no para la supervivencia.

Es una respuesta evolutiva que hoy describe una respuesta emocional inmediata y absolutamente desproporcionada con respecto al estímulo que la ha provocado.

Nuestros ancestros desarrollaron esta respuesta para enfrentar situaciones peligrosas liberando hormonas del estrés que preparan al cuerpo para la supervivencia.

Y aunque hoy no nos tengamos que enfrentar a osos cavernarios ni a tigres de dientes de sable, nuestros cerebros evolucionaron así­ para hacer frente a esas amenazas fí­sicas que requerían una respuesta rápida, enfrentar la situación o huir de ella.

Gracias a esto hoy en día nuestra primitiva amígdala también puede evitar que nos atropelle un vehí­culo, por ejemplo.

La situación de amenaza requiere que la amígdala desencadene la respuesta antes de que los centros corticales puedan evaluar completamente la situación, inhabilitando o “secuestrando”€ la respuesta racional y razonada.

La amígdala toma el control.

Y nos puede ocurrir a cualquiera.

Como resultado de esta evolución, nuestro cuerpo todaví­a responde con cambios biológicos que nos preparan para una respuesta rápida, aunque no exista ninguna amenaza fí­sica real para nuestra integridad a la que debamos enfrentarnos.

La amígdala no puede diferenciar entre amenazas fí­sicas y emocionales, por lo que la respuesta automática o secuestro emocional se puede dar ante las presiones y factores estresantes de la vida, el trabajo y las relaciones modernas.

Despues del episodio podemos sentir emociones de vergüenza o culpa porque se puede y se suele dar un comportamiento inapropiado o irracional.

La ira, la agresión, la ansiedad y “el miedo” también son desencadenantes emocionales comunes aunque no son los mismos para todos.

Las personas con trastorno de estrés postraumautico, por ejemplo, muestran una mayor activación de la amí­gdala y por tanto una mayor respuesta emocional, incluidas respuestas de miedo y ansiedad.

El estrés crónico también puede desencadenar secuestros emocionales más frecuentemente e incluso problemas posteriores con la memoria a corto plazo, por lo que es importante trabajar para comprender y hacerse cargo de nuestras reacciones emocionales. Una forma de hacerlo es mediante el trabajo preventivo practicando regularmente Yoga y Meditación.